Os voy a ir enviando un artículo del psiquiatra Guillermo Rendueles.
Me gusta la claridad y rotundidad que presenta en la crítica a las grandes industrias farmacéuticas en comunión con el Estado que pretenden controlar el ejercicio de la psiquiatría y crear dependencia social a los psicofármacos con la promesa de un mundo sin sufrimientos. Todo ello, encuentra terreno fértil en todos esos quejicas que quieren cambiar la calidad de sus vidas sin cambiar ninguna de sus circunstancias, esos individuos perezosos que sin examen de sus vidas, sin hacer un trabajo personal, quieren que la felicidad se les aparezca, esa colección de siervos que quieren libertad en una píldora que les evite romper con las cadenas de una horrible cotidianeidad . Señala también la intención adaptativa que acalla la voz de los individuos en una sociedad deshumanizada que pretende aparentar “normalidad”. Otro aspecto que me gusta es la matización en el aspecto subjetivo de la farmacologia dada la propia subjetividad del médico y el "paciente".
Finalmente Explicita el sencillo esquema con el que el médico o el psiquiatra está pensando cuando te prescribe un fármaco, alejado de complicados saberes sobre mediadores bioquímicos y cercano a un arte empírico, sobre todo si tienes la suerte de tropezarte con alguien que conserve un poco de sentido común que sobreviva a la colonización del Mercado o el Estado.
Tanto la psiquiatria, como la psicología, cuando se desmarcan de su propio interés disciplinario, pueden destruir a las personas.
Tanto la psiquiatria, como la psicología, cuando se desmarcan de su propio interés disciplinario, pueden destruir a las personas.
La descripción de las drogas usadas normalmente contra las formas de dolor y malestar humano, agrupadas bajo el etiquetado de "enfermedades mentales", parten de dos supuestos que dificultan su estudio dentro del relato científico natural en el que se incluyen habitualmente. Supuestos que fuerzan a describir la acción psicofarmacológica en un marco biológico, similar a la descripción del uso de los antibióticos -se dice que tal neuroléptico cubre los síntomas positivos de la esquizofrenia, como tal antibiótico los bacilos de Koch- adquiriendo dicha descripción la falsedad de toda metáfora no rotulada.
El primero de esos supuestos es la creencia en que la psicofarmacología es una ciencia normal en el sentido de Kuhn. Sin embargo, las pretendidas descripciones de los modelos biopsicológicos tienen un nivel de realidad, en el mejor de los casos, del tipo de razonamiento: “ si la aspirina quita el dolor de cabeza, la falta de aspirina en el cerebro debe producir dicho dolor”. Habría múltiples ejemplos de psicofármacos, probados en los mejores laboratorios del mundo que son un evidente fracaso -el último un IMAO llamado Manerix-, pero el mejor argumento, a favor de este aserto, sería la falta de un consenso de descubrimiento en la comunidad científica que permite habitualmente una ciencia normal.
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