la virtud de la paciencia en el respeto por las relaciones
Estoy en un momento de mi vida, en
el que mi atención está centrada en acoger ciertas vivencias, que me están llevando a equilibrar cada vez más el
rasgo de la calma y la espera para tener más ecuanimidad, y con ello, un mayor aprecio por la vida tal cual es. Creo hondamente, que la semilla del cambio empieza por la humildad de saberte reconocer en el otro y respetar su proceso personal, porque con ello, respetas el tuyo propio. En mi caso, la impaciencia ha estado muy ligada al apego ansioso en las
relaciones, porque en mi niñez experimenté de manera intensa el sentimiento de
abandono. El ego que surgió a partir de
esa experiencia, buscaba seguridad en el lugar equivocado, en este caso, en la
dependencia. ¡¡Cuánto me ha costado y sigue costando respetar la vida, esa vida reflejada en mi
propio proceso y el de los demás!!. Ahora que la miro desde la perspectiva
del tiempo, me observo a mi mismo empujando el rio para que las cosas transcurrieran de
una manera determinada. Quería eliminar el sufrimiento que me causaba sentir la
distancia y la frialdad de personas
cercanas que estaban relacionadas con distintos ámbitos de mi vida y que me
causaban una gran incertidumbre, dolor e inseguridad. Mis acciones siempre iban encaminadas a querer cambiarlas para que se hicieran más
sensibles, más cercanas, más tiernas, más cariñosas. La vida, sin darme cuenta, las ponía frente a mí para despertar mi fuerza interior, para que tomase consciencia de que el verdadero cambio tenía que surgir en mi interior. Pero mientras
tanto, lo que hacía era reforzar mi imagen de niño bueno y lanzaba balones
fuera. La vida, ponía frente a mí, lo que necesitaba para ser más yo mismo, y utilizaba
mi propia vida, para hacer lo mismo con la de otros en el lado opuesto. Surgen las paradojas, y
aquello que quieres atraer lo repeles porque no hay un amor verdadero, hay un
amor condicionado que se busca a sí mismo a través de la dependencia o de la independencia en el lado contrario. Sólo lo que es vivido
desde el corazón es magnético, ante él nada se resiste porque es limpio, libre y sin ataduras. Las conexiones que se
establecen desde tu centro perduran para siempre, porque por mucho que nos empeñemos, al final siempre gana
el corazón que es nuestra casa.
Mis vacios, me han conducido en la vida a negar mi fuerza, a no sacar mi frialdad por miedo a perder a las
personas que amo. Realmente, sólo buscaba protegerme a mí mismo de no revivir
experiencias pasadas grabadas a fuego en mi sensibilidad herida. Amar es ser
frio cuando hay que serlo y en mi caso es, no permitir que te ganen el pulso al dolor del abandono, es mantenerte en tu centro siendo fiel a ti mismo
por encima de todo, un gran desafío de crecimiento para los que hemos vivido este
sentimiento en la infancia. Sé que este "vacio" siempre será mi talón de aquiles, pero también el mayor motor de mi desarrollo personal.
Quiero fluir con la vida, con las
vidas que amo, pero desde un amor verdadero que respeta y se respeta. Mantenerme
en mi sitio con quien se aleja sin explicación o como fruto de haber sacado mi
fuerza interior. El corazón humilde tiene la verdad y en él confío, es mi mayor
refugio, mi oasis interior. Que cada cual, escuche el suyo propio y responda a su voz interior, porque con ello responderá a la verdad que hay dentro de él, para hacer lo que ha venido a hacer y sentirse pleno. Mi propósito está en pie y él me empuja cada día, me guía en cada paso
que doy y en cada experiencia dura que recibo e intento abrazar.
Félix
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