Un experimento que no pretendía demostrar nada en relación al contacto, se trata de un estudio publicado en Cientifican America destinado a evaluar los efectos del colesterol en la arteriosclerosis. Se administra a un grupo de conejos una dieta muy rica en colesterol, se les sacrifica y se analizan las arterias.
Parte de ellos presentaba lo que era de esperar: elevadísimos signos de deterioro arterial, es decir estaban gravemente enfermos. Otro grupo de ellos - pese a haber comido la misma dieta, durante el mismo período de tiempo - gozaba de perfecta salud. Los investigadores no comprenden. Se observa que son los conejos de las jaulas superiores los que enferman de arteriosclerosis y son los de las jaulas inferiores los que no. Luego de esto, se resuelve el misterio. El factor inductor de la diferencia entre los dos grupos de conejos es una investigadora pequeñita, muy amorosa: ella por su estatura no alcanza a los conejos de arriba y por tanto sólo terminan recibiendo sus caricias y sus mimos los que están situados en las jaulas de abajo. Fue la distribución espacial de las jaulas lo que sin intención, generó dos grupos. Fueron los juegos y las caricias lo más revelador en un estudio que en principio sólo preteñía relacionar arteriosclerosis con dieta.
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